sábado, 28 de octubre de 2017

¿Enfriamiento cerebral para tratar la epilepsia? Un nuevo estudio muestra cómo puede ser posible




El efecto del enfriamiento del cerebro en las enfermedades neurológicas se ha discutido durante más de 50 años. El valor terapéutico del enfriamiento focal se resumió por primera vez en la década de 1940. El enfriamiento focal se utilizó entonces para tratar pacientes con traumatismos craneales, cáncer y dolor.

El efecto terapéutico del enfriamiento en epilepsia se demostró por primera vez en el lóbulo temporal de los primates al comprobar como una hipotermia sistémica suprimía las descargas epileptiformes. Posteriormente otros estudios pioneros indicaron que la hipotermia sistémica (30ºC - 32ºC) suprimía las crisis convulsivas en pacientes con epilepsia refractaria. Estudios recientes indican que el enfriamiento focal del cerebro a una temperatura de la superficie cortical de 20ºC - 25ºC termina las descargas epileptiformes sin inducir alteraciones neurofisiológicas irreversibles o daño neuronal en el tejido cerebral.

Se han propuesto varios mecanismos para los efectos antiepilépticos del enfriamiento focal, incluida la reducción en la liberación de neurotransmisores, afectación de los canales iónicos dependientes de voltaje y el enlentecimiento de los procesos de catabolismo.

Un reciente estudio publicado en PLOS Computational Biology ofrece nuevas hipótesis para poder identificar e investigar los posibles mecanismos por medio de un enfoque meramente computacional. Para ello utilizaron un modelo de masa neural para reproducir actividad epileptiforme, simulando a continuación el efecto del enfriamiento introduciendo un factor de dependencia de temperatura en el modelo. La estimación de parámetros del modelo fue obtenida mediante el uso de grabaciones EEG de experimentos de enfriamiento cerebral focal con ratas in vivo.
Los experimentos de enfriamiento in vitro presentaron evidencia de reducción en la liberación de neurotransmisores desde terminales presinápticos y pérdida de espinas dendríticas en terminales postsinápticas que apoyan un efecto del enfriamiento mediado principalmente a nivel de la sinapsis (las conexiones entre neuronas). Los autores mostraron que la terminación de las descargas epilépticas es posible al introducir un factor de temperatura homogéneo en un modelo de masa neural que atenúa las respuestas de impulso postsinápticas de las poblaciones neuronales.


Se han propuesto desarrollar dispositivos de enfriamiento implantables en el campo de la neuromodulación con sistemas en circuito cerrado que aplicarían la terapia de enfriamiento focal tras la detección de las crisis, pero varios aspectos permanecen sin estar bien definidos con respecto al hardware. Los avances recientes en dispositivos de precisión han permitido la optimización del sistema de refrigeración local implantable, que puede llegar a ser clínicamente aplicable en el futuro cercano.

Para saber más:


1.      Soriano J, et al. Differential temperature sensitivity of synaptic and firing processes in a neural mass model of epileptic discharges explains heterogeneous response of experimental epilepsy to focal brain cooling. Knox A, editor. PLoS Comput Biol. 2017;13:e1005736–26.



2.      Fuji M, et al. Application of Focal Cerebral Cooling for the Treatment of Intractable Epilepsy. Neurol Med Chir(Tokyo). The Japan Neurosurgical Society; 2010;50:839–844.






viernes, 13 de octubre de 2017

¿Cómo varia el riesgo de prematuridad y bajo peso fetal en mujeres tratadas con FAEs Nuevos datos publicados en EEUU.




Se calcula que en los Estados Unidos hay cerca de un millón de mujeres en edad reproductiva con epilepsia. Cada año nacen alrededor de 24.000 hijos/as de estas mujeres.


La prescripción de fármacos antiepilépticos (FAEs) para mujeres de 15 a 44 años se ha incrementado significativamente en las últimas décadas, con más de 4 millones de recetas anuales prescritas para el tratamiento de epilepsia (20,7% de todas las recetas de FAEs), enfermedades psiquiátricas como trastornos del estado de ánimo (47,9%) y síndromes dolorosos crónicos incluyendo neuropatías y migrañas (22,2%).  

Como resultado, los FAEs son consumidos por alrededor del 0,4% de las mujeres embarazadas y existe un número creciente de pacientes que reciben FAEs durante su embarazo para otras condiciones.

En una reciente publicación on-line de la prestigiosa revista Annals of Neurology, se han presentado datos del registro americano de seguimiento del uso de estos FAEs durante el embarazo en los nacidos entre 1997 y 2016.

La población del estudio incluyó a niños nacidos de 6.777 mujeres con epilepsia, 696 tratadas con FAEs para otras condiciones médicas distintas de la epilepsia y 486 embarazadas sin FAEs. El riesgo de prematuridad (nacimiento antes de las 37 semanas) fue del 6,2% para los niños nacidos de madres sin tratamiento, 9,3% para los hijos de mujeres con epilepsia tratadas con FAEs y 10,5% para mujeres con otras condiciones. La exposición prenatal a FAEs se asoció con un menor peso medio al nacer de entre 110 y 136 gramos, respectivamente, en comparación con los nacidos del grupo control, siendo más frecuente en el grupo de mujeres tratadas con FAEs por motivos distintos a la epilepsia (11%) que en el grupo tratadas con FAEs del 10,9%, con diferencias de peso medio respecto al grupo sin FAEs de 110 y 136 gramos. Si bien la proporción de mujeres fumadoras (otro factor asociado al bajo peso neonatal) en el grupo con FAEs es mayor que en el grupo control, se estima que este efecto no explicaría adecuadamente los datos encontrados. La prevalencia de bajo tamaño para la edad gestacional fue prácticamente similar en las mujeres con o sin epilepsia tratadas con FAEs (10,9% y 11% respectivamente), pero más del doble de la cifra de mujeres no tratadas con FAEs (5%).

Dentro de las embarazadas en tratamiento con FAEs en monoterapia, la prevalencia de bajo tamaño neonatal osciló entre el 7,3% para la lamotrigina y el 18,5% para el topiramato. El fenobarbital y la zonisamida eran los siguientes fármacos con mayor incidencia en el bajo tamaño neonatal. Estos datos no son tan sorprendentes si se tiene en cuenta que tanto el topiramato como la zonisamida tienen un efecto marcado sobre el peso en las personas que lo toman, en contraste con la gran mayoría de los FAEs, salvo el ácido valproico, que tiene un efecto neutro sobre el peso corporal. Se carece de información de si esta deficiencia de peso puede asociarse a complicaciones a largo plazo. Y tampoco se dispone de datos para encontrar una asociación entre mortalidad neonatal, problemas del desarrollo, conductuales o cognitivos con el uso de zonisamida o topiramato.


Para saber más:


Hernández-Díaz, S. et al. & Registry, F. T. N. A. A. D. P. (2017). Fetal growth and premature delivery in pregnant women on antiepileptic drugs. Annals of Neurology, 82(3), 457–465. 


viernes, 6 de octubre de 2017

¿Cómo hacer ejercicio físico teniendo epilepsia? Principales barreras y adaptaciones para hacer ejercicio adecuadamente teniendo epilepsia

Se ha demostrado que la práctica de deportes y ejercicio físico es muy beneficiosa para las personas que sufren epilepsia, tanto fisiológica como psicológicamente. Sin embargo, aún hay muchas barreras que impiden a personas con epilepsia ejercitarse de forma segura y con confianza. Un estudio publicado en la revista Epilepsy & Behaviour realizado en Reino Unido, ha explorado las principales barreras a las que tienen que hacer frente las personas con epilepsia para hacer deporte, así como sus técnicas de adaptación para mantener el nivel de actividad física.

En el estudio las autoras entrevistaron a personas con epilepsia de entre 18 y 60 años y con variedad de crisis (tónico-clónica, parcial, ausencias, mioclónicas...).

Según los participantes, uno de los principales motivos para practicar deporte es el impacto positivo que tiene sobre su salud física y mental. Corroboran así estudios anteriores en los que se ha demostrado que el ejercicio tiene efectos beneficiosos sobre el control de crisis, disminuye los efectos secundarios asociados a la medicación, mejora el estado de ánimo, reduce los niveles de estrés, aumenta el autoestima, va asociado a una mayor interacción social y mejora la calidad de vida general.

Otro argumento importante es que los participantes, al practicar deporte, tienen la sensación de que no están permitiendo que la epilepsia rija su forma de vida y que están tomando el control de su salud.

A pesar de todos estos beneficios del ejercicio, siguen habiendo barreras físicas y psicosociales que impiden a muchas personas con epilepsia disfrutar del ejercicio. Algunas de las barreras más comunes referidas incluyen el miedo a lesionarse, la falta de apoyo social, unas recomendaciones médicas inadecuadas y crisis inducidas por ejercicio (según los datos esto solamente ocurre aproximadamente en el 1-2% de las personas con epilepsia, y puede deberse a sobrecalentamiento y/o ejercicio muy intenso). Estas barreras pueden llevar a la inactividad, que viene asociada a graves consecuencias, como el aislamiento social, baja autoestima, ganancia de peso y depresión. De ahí la importancia de investigar las adaptaciones que utilizan las personas con epilepsia para poder hacer deporte.

¿Pero cómo adaptar el deporte para que sea seguro y satisfactorio? En primer lugar, es muy importante reconocer los síntomas previos a una crisis, así como los potenciales desencadenantes de una crisis. Para algunos puede ser el sobrecansancio o el haber dormido mal la noche anterior, para otros el entrenamiento con pesas, el sobrecalentamiento… Saber lo que puede provocar una crisis permite adaptar el tipo de ejercicio y su intensidad para prevenir que ocurra.

La preocupación sobre las crisis provocadas por ejercicio de alta intensidad es muy común. Algunos participantes afirman ver una relación directa entre el aumento de la intensidad de ejercicio y una mayor frecuencia de crisis. En este aspecto, tecnologías como los monitores de ritmo cardíaco pueden ser de gran ayuda, ya que muchos de estos aparatos se pueden programar para que suene una alarma al sobrepasar un máximo de pulsaciones que se considera seguro. Esto permite saber cuándo la persona está forzando sus límites, bajar la intensidad y evitar una posible crisis.

Otro desencadenante de crisis puede ser el sobrecalentamiento. En este caso, las medidas preventivas pasan por elegir horas del día menos calurosas para hacer deporte, utilizar un termómetro y tener a mano packs de hielo para rebajar la temperatura.

Finalmente, el apoyo social es un factor clave de la motivación, mientras que la falta de apoyo social constituye la principal barrera. Participar en deportes junto con compañeros de equipo, amigos o familiares permite a las personas con epilepsia sentirse seguros haciendo ejercicio. Este tipo de apoyo aumenta mucho la confianza en uno mismo y la motivación para hacer ejercicio. No obstante, algunos participantes reportaron experiencias negativas al hacer deporte en grupo, derivadas del desconocimiento de la epilepsia.

Otro obstáculo mencionado fue la división de las recomendaciones médicas en este aspecto. Los participantes afirmaron que la mayoría de los profesionales médicos no les recomendaban de forma directa hacer deporte para su bienestar físico y psicológico; otros lo desaconsejaban explícitamente y algunos pocos lo fomentaban. En muchos casos, el paciente sentía que no podía tratar el tema con su neurólogo por falta de tiempo. Ya que las recomendaciones medicas al respecto son tan variables, es importante educar a los profesionales médicos sobre las mejores prácticas de ejercicio para personas con epilepsia.

Estas entrevistas han arrojado nueva luz sobre las adaptaciones que utilizan las personas con epilepsia para sobrepasar las barreras más comunes a la práctica de deporte. Aunque el estudio sea limitado por el bajo número de participantes, proporcionar a las personas con epilepsia una voz dentro del estudio ha permitido un mayor reconocimiento de que el ejercicio es muy beneficioso y que la adaptación para personas con epilepsia necesita ser explorada en mayor detalle para poder dar una mayor calidad de vida.

Para saber más:

1.        Collard SS y Ellis-Hill C. How do you exercise with epilepsy? Insights into the barriers and adaptations to successfully exercise with epilepsy. Epilepsy Behav. 2017;70:66–71.