viernes, 30 de junio de 2017

¿Pueden los selfies provocar crisis de epilepsia?



Un reciente artículo publicado en la revista Seizure ha introducido un nuevo término de epilepsia refleja, la relacionada con hacerse un selfie con el teléfono móvil. Su publicación ha tenido cierto impacto en la prensa popular no especializada.

El artículo presenta el caso único de un “paciente adolescente” (sin datos adicionales) con epilepsia fotosensible que tuvo crisis en una fiesta del colegio con luces estroboscópicas y que presentaba respuestas fotoparoxísticas (descargas epileptiformes visibles en el EEG no necesariamente relacionadas con la clínica) al hacerse un selfie con un iPhone 5 en la Unidad de Monitorización estando sin medicación. Específicamente mencionan la realización de un selfie con flash y reducción de aparición de ojos rojos. Los autores muestran descargas epileptiformes tras el cierre ocular al manipular el teléfono pero no mencionan que este estímulo provocase mioclonias. Este/a paciente era fotosensible ya a frecuencias bajas entre 2-14 Hz, con mioclonías provocadas a esta última frecuencia. No se testaron frecuencias superiores por la incomodidad producida por la estimulación. No parece que se testase sensibilidad a patrones geométricos. Este hecho anecdótico lleva a los autores a preguntarse sobre la conveniencia de la presencia de avisos sobre el potencial peligro de estos teléfonos para personas con epilepsia fotosensible.

Los datos aportados por los autores son muy someros y poco detallados. La elección del título, aunque llamativa, es desafortunada y en sentido estricto francamente incorrecta. Es un error de concepto confundir crisis reflejas con epilepsia refleja. En este caso, se trata de un estímulo no descrito previamente que puede provocar crisis epilépticas en personas con epilepsia fotosensible. No podemos denominar la epilepsia refleja por el estímulo que puede provocar una crisis. No hay una epilepsia de las discotecas o de las escaleras mecánicas. Son epilepsias fotosensibles cuyas crisis se desencadenan por determinados estímulos visuales que comparten características comunes.

La aparición de descargas epileptiformes tras el cierre ocular es un fenómeno bastante frecuente en las personas con epilepsia fotosensible. El flash del teléfono puede haber causado el cierre ocular y haber contribuido a la descarga por este mecanismo. Los autores no mencionan como era la estimulación luminosa en distintas condiciones oculares (ojos abiertos, cerrados...) lo que impide cerciorarse del efecto contributivo de cada condición. No es novedad que el uso del flash en fotografía tradicional, entendido como destello único, pueda causar crisis (mioclonías fundamentalmente) en algunos pacientes con epilepsia fotosensible. Sin embargo, este hecho es poco frecuente, ya que las frecuencias que más fácilmente pueden provocar esta reacción están entre 10 y 30 Hz, muy por encima de la que pueden dar los flashes de destello único. Estas frecuencias son además algo más resistentes a ser abolidas con el uso de medicación. El uso del flash con efecto de reducción de ojos rojos funciona mandando breves ráfagas de flashes seguidos a una frecuencia que podría estar en el rango de frecuencias potencialmente más peligrosos, aunque sea muy brevemente. Además, hay otras características del flash usado en teléfonos moviles, como su ciclo de trabajo y su componente espectral que podrían aumentar sus posibilidades de desencadenar respuestas epileptiformes detectables en el EEG y eventualmente con clínica acompañante como mioclonías. Lástima que los autores no hayan analizado en detalle ni las características del flash ni las de la persona que presentan. En cualquier caso, son elementos importantes que deben considerar los fabricantes si se deciden a poner lámparas más potentes en los teléfonos móviles o cambiar las características de los mismos.
 
Los selfies no están desaconsejados en pacientes con epilepsia. Las personas fotosensibles, deben desarrollar una conciencia preventiva de los estímulos potencialmente peligrosos a los que se está expuesto. Hay elementos más comunes, más frecuentes y más potentes en la vida diaria que pueden desencadenar eventualmente crisis en pacientes fotosensibles. Por tanto, siempre puede haber algún paciente que sea sensible a este tipo de estímulos, aunque sea infrecuentemente. Por ejemplo, hay personas extremadamente sensibles a los patrones geométricos que se encuentran ubicuamente, aunque es un fenómeno muy poco común. Por tanto, en condiciones habituales la mayoría de los pacientes fotosensibles tampoco experimentaría problemas con estos destellos del flash. En cualquier caso, el uso de palos selfies que aumenten la distancia al foco o el aumentar la luz ambiente reduciendo el contraste lumínico también disminuiría la posibilidad de tener problemas de este tipo….pero claro, en esas condiciones el flash no cumpliría bien su función o no sería quizás necesario o efectivo….

Para saber más:

1- Brna, P. M., & Gordon, K. G. (2017). “Selfie-epilepsy”: A novel photosensitivity. Seizure, 47, 5–8. http://doi.org/10.1016/j.seizure.2017.02.009.


3.-http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/02/actualidad/1333392693_964756.htmlhttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/02/actualidad/1333392693_964756.html




sábado, 17 de junio de 2017

Nuevo estudio epidemiológico en Suecia atribuye a SUDEP más de un tercio de la mortalidad ocurrente en edad pediátrica.



La muerte súbita inesperada en la epilepsia (SUDEP) se definió originalmente como una muerte súbita e inesperada de una persona con epilepsia, presenciada o no, y no asociado a ahogamiento o estado epiléptico, y en la que no se puede encontrar una causa evidente tras la autopsia. Durante los últimos 20 años, la SUDEP se ha reconocido como una causa importante de mortalidad prematura entre las personas con epilepsia y es la segunda causa neurológica, tras los accidentes cerebrovasculares responsable de la pérdida de años potenciales de vida antes de la edad adulta tardía.

La revista Neurology (1) acaba de publicar los resultados de un estudio de incidencia poblacional a nivel nacional (Suecia) de todas las muertes atribuibles a epilepsia a partir de una cohorte de individuos identificados con este diagnóstico durante 1998-2005. Todas las muertes ocurridas en 2008 se determinaron a través del registro nacional de defunción y se examinaron en detalle aquellas en las que la epilepsia pudiera haber desempeñado un papel. Se realizó una revisión exhaustiva de las posibles muertes relacionadas con la epilepsia, incluyendo la evaluación de los registros médicos y entrevistas con familiares y cuidadores. De un total de 596 casos de epilepsia confirmada, 99 fueron identificados con SUDEP definida, probable o posible por este exhaustivo análisis caso por caso.

Se encontraron tasas de incidencia de 1.11, 1.13 y 1.29 casos de SUDEP por 1.000 en los grupos de edad <16, 16-50 y >50 años, respectivamente. Todos los casos menores de 16 años ocurrieron en varones. SUDEP representó el 36% de todas las muertes en este grupo de edad pediátrica. La incidencia para las mujeres aumentó 5 veces si había una comorbilidad psiquiátrica. SUDEP, crisis y epilepsia fueron consideradas la causa probable de muerte tan solo en 27 de 99 (27%) certificados de muerte.

El primer mensaje importante de este estudio se refiere a la población pediátrica. Los resultados indican que el riesgo de mortalidad prematura debido a SUDEP es tan grande en los jóvenes como en la población adulta joven, que en estudios anteriores tenía un mayor riesgo. Además, SUDEP representó más de un tercio de todas las causas de mortalidad en el grupo de edad pediátrica.

La segunda implicación de los resultados se refiere a la identificación de individuos (particularmente mujeres) con una comorbilidad psiquiátrica con un riesgo particularmente alto para SUDEP. Por lo tanto, estos pacientes corren un riesgo adicional en comparación con el riesgo ya aumentado debido al suicidio.

Este estudio constituye una gran contribución a nuestra comprensión de la distribución por edades y factores de riesgo para SUDEP, proporcionando así posibilidades de intervención y orientaciones de investigación para tratar de evitar este trágico desenlace para todas las personas que hacen frente a la epilepsia y sus seres queridos.


Referencias
           
1. Sveinsson et al. The incidence of SUDEP: A nationwide population-based cohort study. Neurology. Epub 2017 Jun 7.



Para saber más:

- Buchhalter J, Cascino GD. SUDEP An important cause of premature mortality in epilepsy across the life spectrum. Neurology. Lippincott Williams & Wilkins; Epub 2017 Jun 7.:10.1212/WNL.0000000000004099–3.





domingo, 11 de junio de 2017

¿Es útil el cannabis para el tratamiento de la epilepsia? Nuevas evidencias publicadas sobre su uso en niños con síndrome de Dravet



El uso del cannabis medicinal es una cuestión candente en el tratamiento de la epilepsia. Las preguntas sobre la conveniencia de su uso son cada vez más frecuentes en las consultas médicas, en la prensa no especializada, en las redes sociales y en las reuniones científicas donde la falta de datos concluyentes resulta desalentadora. Informes anecdóticos de resultados espectaculares, junto con el atractivo de usar un compuesto "natural" y el sentimiento de que se trata de un compuesto muy conocido por su extendido uso "recreativo", y la circunstancia de que el cannabis medicinal siga siendo ilegal en muchos lugares, son elementos que se han combinado de forma que resulta extremadamente difícil para los médicos dar información veraz y contrastada sobre este tema. Además, el hecho de que se haya propuesto su uso  especialmente para niños con epilepsia dificilísima de controlar aumenta notablemente la presión social. Aunque ha habido algunos informes de tratamientos exitosos con cannabinoides, éstos no han cumplido los estándares usualmente requeridos para proporcionar información concluyente sobre este tema. La suma de casos anecdóticos no se convierte automáticamente en datos fiables.

Existen aproximadamente 100 cannabinoides en la especie Cannabis sativa, los más estudiados son el tetrahidrocannabinol (THC), que es alucinógeno, y cannabidiol, que no lo es. Las proporciones de THC y cannabidiol varían en diferentes plantas y hay una serie confusa de preparaciones legales e ilegales con proporciones variables de compuestos activos que se derivan de extractos de plantas o síntesis química. Aunque las preparaciones que contienen THC pueden ser valiosas en indicaciones como dolor, esclerosis múltiple o náuseas postoperatorias, la evidencia preclínica y los datos clínicos limitados sugieren que el cannabidiol sin THC, es la sustancia que podría tener un efecto deseable en el tratamiento de la epilepsia.

Devinsky et al. acaba de publicar en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine los resultados de un ensayo doble ciego y controlado con placebo, realizado en 23 centros en EEUU y Europa que incluyó a 120 niños y adultos jóvenes (entre 2,5 y 18 años) con síndrome de Dravet.

El síndrome de Dravet es una de las formas más reconocidas y, en casi todos los casos, se debe a mutaciones de pérdida de función en el gen SCN1A (que codifica la subunidad alfa-1 del canal de sodio controlado por voltaje), lo que hace que sea una homogénea.
A estos pacientes se asignaron aleatoriamente a recibir una solución oral de cannabidiol a una dosis de 20 mg por kilogramo de peso por día o placebo, además de su tratamiento antiepiléptico convencional. El criterio principal de valoración fue el cambio en la frecuencia de convulsiones durante un período de tratamiento de 14 semanas, en comparación con un período basal de 4 semanas.

La frecuencia promedio (mediana) de convulsiones por mes disminuyó de 12,4 a 5,9 con cannabidiol, en comparación con una disminución de 14,9 a 14,1 con placebo (diferencia mediana ajustada entre el grupo cannabidiol y el grupo placebo en el cambio en la frecuencia de las crisis, -22,8 puntos porcentuales; Intervalo de confianza del 95% [CI], -41,1 a -5,4; P = 0,01). El porcentaje de pacientes que presentaron al menos un 50% de reducción en la frecuencia de crisis convulsivas fue de 43% con cannabidiol y 27% con placebo (odds ratio: 2,00; IC del 95%: 0,93 a 4,30; P = 0,08).

El estudio muestra una reducción significativamente mayor en la frecuencia de las convulsiones entre los pacientes que recibieron cannabidiol que entre los que recibieron placebo, y la tasa libre de estas crisis fue del 5% con el fármaco activo en comparación con el 0% con placebo. Otros cuatro pacientes quedaron libres de crisis durante el período de mantenimiento, pero tres de ellos se retiraron prematuramente del ensayo. Los hallazgos en este ensayo sugieren que la reducción en la frecuencia de crisis convulsivas fue significativa según lo evaluaron los cuidadores. La ausencia de una reducción significativa de la frecuencia de crisis no convulsivas sugiere que el efecto anti-crisis del cannabidiol puede ser específico de convulsiones en el síndrome de Dravet o que la frecuencia de crisis no convulsivas no puede ser determinada con fiabilidad en estos niños.

Los eventos adversos graves fueron más frecuentes en el grupo de cannabidiol que en el grupo de placebo (16% vs 5%) y los eventos adversos condujeron a la retirada de ocho pacientes del grupo de cannabidiol en comparación con uno en el grupo de placebo. Algunos efectos del cannabidiol pueden estar relacionados con las interacciones con otros fármacos antiepilépticos. Entre estos se puede mencionar la somnolencia (36% en el grupo de cannabidiol vs 10% en el grupo de placebo), la pérdida de apetito (28% vs 5% ) y la diarrea (31% frente a 10%). 
Este ensayo demostró que el cannabidiol redujo la frecuencia de convulsiones entre niños y adultos jóvenes con el síndrome de Dravet durante un período de 14 semanas, pero se asoció con eventos adversos, incluyendo somnolencia y elevación de los niveles de enzimas hepáticas.
De este modo, las anécdotas se han visto confirmadas por datos robustos ofrecidos por este diseño contra placebo. Hay que considerar que la tasa de respuesta al placebo en los ensayos clínicos con niños es más alta que entre los adultos, lo que puede introducir sesgos en ensayos no controlados. Otro sesgo que ha evitado este estudio es que los padres que realizan enormes esfuerzos para conseguir cannabis para sus hijos reportan una tasa de respuesta más alta que aquellos que pueden obtenerla fácilmente.
Este estudio muestra también claramente que cannabidiol también tiene sus efectos secundarios. La tasa de abandono en el grupo de tratamiento activo era apreciable, y los efectos secundarios comunes incluían vómitos, pérdida de apetito y diarrea. Con una mayor experiencia, tal vez estos efectos puedan paliarse  con el ajuste de la dosis y otras estrategias.
El síndrome de Dravet es una de las formas de epilepsia más reconocidas y, en casi todos los casos, se debe a mutaciones de pérdida de función en el gen SCN1A, lo que hace que sea una población homogénea para este estudio.
En conclusión, este estudio marca  el comienzo de la recopilación de evidencia sólida para el uso de cannabinoides en la epilepsia. Como todos estos ensayos, requiere ser reproducido en nuevos estudios. Ensayos futuros deberán responder a otras preguntas sobre la aplicabilidad de los canabinoides a otros síndromes de la epilepsia infantil y al tratamiento en adultos.

Para saber más:

1. Devinsky O, et al. Trial of Cannabidiol for Drug-Resistant Seizures in the Dravet Syndrome. N Engl J Med. 2017;376:2011–2020.


2. Berkovic SF. Cannabinoids for Epilepsy - Real Data, at Last. N Engl J Med. 2017;376:2075–2076.


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