domingo, 20 de enero de 2019

¿Pasan demasiado tiempo nuestros niños y adolescentes conectados a su teléfono móvil?

Esta pregunta se ha convertido en una cuestión definitoria de nuestro tiempo y nuestra sociedad: ¿los niños y los adolescentes pasan más tiempo del que es saludable conectados a internet a sus teléfonos móviles?  ¿Deberían los padres limitar su acceso? ¿Deberían los gobiernos?
¿Cuánto es demasiado? 

Según los sondeos existentes, casi todos los adolescentes estadounidenses dicen tener acceso a un teléfono inteligente, y casi la mitad dice que están en línea casi constantemente. En el Reino Unido, el tiempo que los jóvenes pasan en línea casi se ha duplicado en la última década. 

Las preocupaciones de los padres sobre el uso de los medios de comunicación también están aumentando, alimentadas por titulares y declaraciones políticas. Hace unos meses, el secretario de estado de salud del Reino Unido, emitió una advertencia urgente, diciendo que el peligro para la salud mental de los niños que plantean las redes sociales es similar a la que supone el azúcar para su salud física.

Es en estos caso de alarma social cuando la sociedad dirige su mirada a la ciencia para que le cuantifique estos efectos y pueda guiarla. Pero la investigación científica en este campo presenta sus propios desafíos metodológicos y también muchas incertidumbres. La evidencia actual de una asociación entre el uso de tecnología digital y el bienestar de los adolescentes es contradictoria y proviene principalmente de encuestas sociales a gran escala, con miles de millones de encuestados.

Un reciente estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour trata de responder a esta pregunta. Se examinaron tres conjuntos de datos masivos, dos de los Estados Unidos y uno del Reino Unido, que incluyen información sobre el bienestar de los adolescentes, el uso de la tecnología digital y una gran cantidad de otras variables. En lugar de ejecutar unos cuantos análisis estadísticos, los investigadores ejecutaron todos los análisis teóricamente plausibles. Esto permitió a los autores hacer un mapa de cómo la asociación entre el uso de la tecnología digital y el bienestar puede variar, desde negativo a neutro o positivo, dependiendo de cómo se utilice el mismo conjunto de datos.

El estudio concluyó que existe una asociación negativa entre el uso de tecnología y el bienestar de nuestros niños y adolescentes: más tiempo de pantalla se asocia con un menor bienestar en los jóvenes encuestados. Pero los efectos son tan pequeños que tan sólo alcanzan a explicar el 0,4% de la variación en el bienestar.

Para poner estos hallazgos en perspectiva, los autores también observaron las asociaciones entre el bienestar y muchas otras variables que acechan a nuestra juventud, como beber en exceso, ser acosado en el colegio, fumar, dormir lo suficiente, desayunar, comer verduras, usar gafas o ir al cine. El grado de bienestar estuvo más fuertemente asociado, ya sea positiva o negativamente, con la mayoría de estas otras variables que con el uso de la tecnología digital. De hecho, comer patatas fritas estaba asociado tan negativamente con el bienestar como el uso de la tecnología, y la asociación negativa entre llevar gafas y bienestar fue mayor.

Una de las limitaciones del estudio es que las conclusiones se basan en el análisis de asociaciones, en lugar de basarse en relaciones potencialmente causales. Sin embargo, lo que sí que clarifica es que las advertencias negativas tremendistas o graves del uso global de la tecnología no parecen justificadas. Además, constituye un recordatorio importante de que la evidencia limitada puede distorsionar sin un fundamento científico el discurso público de las autoridades y políticos cuando el tema tiene una importancia global, como cuando las decisiones de los padres y la salud de los niños están involucradas.

La revolución digital está, sin duda, cambiando nuestra vida moderna. Necesitamos más y mejores datos para cuantificar y definir el impacto que está teniendo: en este caso, si el uso de estos recursos tecnológicos disminuye el bienestar o si un bienestar reducido causa un mayor uso de estos… o si hay más variables que influyen en ambas.


Para saber más:
1. Orben A & Przybylski AK. The association between adolescent well-being and digital technology use. Nature Human Behaviour.  https://www.nature.com/articles/s41562-018-0506-1
2.- Screen time: how much is too much? Nature. 2019.:265–266. 


domingo, 13 de enero de 2019

¿Es seguro cambiar de fabricante de un fármaco antiepiléptico?




Un reciente estudio alemán de ámbito nacional publicado en la prestigiosa revista Annals of Neurology, ha demostrado que el cambio a un medicamento antiepiléptico de un fabricante diferente aumenta el riesgo de nuevas crisis hasta en un 30%. 
En este estudio, casi 1.800 adultos con epilepsia que tuvieron una crisis epiléptica dentro del período de estudio de 5 años pero que habían estado libres de convulsiones durante los 6 meses anteriores fueron emparejados por edad, sexo, estado de seguro y tratamiento del neurólogo con un número igual de pacientes. con epilepsia que no tuvo crisis durante el período de estudio. La recaída de las crisis se asoció de forma independiente con el cambio del fabricante de fármaco antiepléptico (FAE). Esta observación se constató para los cambios de marca a formulaciones genéricas y entre formulaciones genéricas pero, curiosamente, no para los cambios de genéricos a compuestos de marca. Este estudio demuestra por primera vez que el cambio a un FAE de un fabricante diferente aumenta el riesgo de recaída de crisis. Los autores concluyen que se debe evitar este cambio, al menos en pacientes sin crisis.
Este hallazgo abre un debate sobre las razones últimas de este empeoramiento de las crisis y si se trata o no de un problema meramente farmacológico. A primera vista, uno podría sospechar que las diferencias puramente farmacológicas entre productos de marca y genéricos fueran la responsables. Por ejemplo, la variación en su biodisponibilidad que conlleva cambios en la concentración sérica del fármaco. Sin embargo, dado que el cambio de los FAEs genéricos a los de marca no se asoció con crisis más graves o inmediatas, tal y como se esperarían si la farmacología fuera un problema, un análisis más detallado sugiere que el principal responsable de estos malos resultados sería la de una peor adherencia al tratamiento médico provocada por este cambio.  Y en este caso, este efecto  podría prevenirse con un asesoramiento más detallado de los pacientes.
Otro estudio realizado en Alemania previamente, que utilizó la misma base de datos usada en este estudio mostró una menor adherencia terapéutica a los FAEs genéricos en comparación con los de marca. Pequeños detalles pueden ser más importantes de los que uno se esperaría, como la irritación de algunos pacientes ante cambios visibles de los envases y las píldoras. Por ejemplo, un estudio ha demostrado que entre los pacientes con epilepsia, incluso un cambio en el color de sus pastillas se asocia con la falta de adherencia a la ingesta de los FAEs. Los ancianos, que con frecuencia reciben múltiples medicamentos simultáneamente, podrían estar especialmente en riesgo…y en este estudio alrededor del 40% de los pacientes eran mayores de 60 años. Otro factor posible que conduce a un mayor riesgo de crisis podría ser un efecto nocebo, es decir justo lo contrario del efecto placebo. En particular, esto podría afectar a algunos pacientes que reciben este cambio de fabricante de los medicamentos bajo la impresión de que el reemplazo se debe a la reducción de costos.
Por ello, las recomendaciones actuales en este tema son las siguientes (2):
1. Solo cambie a una formulación de un FAE de un fabricante diferente si es realmente necesario. 
2. Evite la sustitución genérica aleatoria a discreción del farmacéutico. 
3. Explíquele a su paciente que los envases y las pastillas pueden parecer diferentes, pero que el riesgo general de empeoramiento y toxicidad es muy bajo. 
4. Verifique las concentraciones séricas del FAE antes y algunas semanas después de cambiar a las diferentes formulaciones para controlar la adherencia del fármaco al paciente.

Para saber más:
  1. Lang JD, et al. Switching the manufacturer of antiepileptic drugs is associated with higher risk of seizures: A nationwide study of prescription data in Germany. Ann Neurol. 2018;84:918–925.  http://doi.wiley.com/10.1002/ana.25353
  2. Holtkamp M. How safe is switching antiepileptic drug manufacturers? Nat Rev Neurol. Springer US; Epub 2018 Dec 4.:1–2. 
  3. Parra J. Adherencia terapéutica en epilepsia. Comunicación y Ediciones Sanitarias, S.L ,Majadahonda; 2016. p. 1–61.