jueves, 29 de marzo de 2018

¿Cuál es el riesgo de estar envueltos en un accidente de circulación en personas con epilepsia?

El transporte constituye un desafío importante principalmente para las personas con epilepsia y sus familias, pero también para los médicos y compañías aseguradoras. La razón de las restricciones legales y sociales impuestas a las personas con epilepsia es el riesgo que presentan las crisis, en relación con accidentes de vehículos de motor. Las regulaciones aspiran a lograr un equilibrio entre la seguridad pública frente a la promoción de oportunidades y una calidad de vida óptima para las personas con epilepsia, pero sus detalles están sujetos a debate.

Esto es debido a la falta de datos científicos consistentes y fiables con respecto a la magnitud y severidad de estos riesgos. De hecho, el fundamento de los estándares seguros para conducir se determina generalmente en función del riesgo de recurrencia de las crisis después de un período definido de libertad de crisis y no del riesgo real de que una crisis epiléptica pueda llevar a un accidente.

Un reciente estudio llevado a cabo en Suecia y publicado en la revista oficial de la Academia Americana de Neurología, Neurology, aporta nuevos datos útiles para valorar los riesgos de transporte entre las personas con epilepsia.
El estudio es una de las series más grandes publicadas hasta la fecha que abordan los riesgos de accidentes graves de transporte para personas con epilepsia. "Grave" se define como tener una visita de emergencia en un hospital o fallecimiento. Este estudio es especialmente importante porque incluye tanto accidentes de vehículos de motor como accidentes de bicicletas y peatones. Además, el estudio analiza la posible asociación del riesgo de accidente con la toma (o no) de fármacos antiepilépticos y también ajusta el riesgo con la posible comorbilidad psiquiátrica, que a su vez puede jugar un papel en el riesgo de accidentes.

En este estudio de cohorte nacional de más de 29.000 personas con epilepsia, se encontró un 37% más de riesgo de accidentes serios. El aumento del riesgo fue especialmente alto en ciclistas y peatones. No se encontró asociación entre el tratamiento con fármacos antiepilépticos y este riesgo. Los autores concluyen que el riesgo de accidentes de transporte es modestamente mayor para personas con epilepsia en comparación con sujetos sin epilepsia. El exceso de riesgo fue, en general, similar a lo que se ha informado en algunos estudios previos de personas con epilepsia, así como de personas con otros trastornos médicos crónicos (como por ejemplo diabetes).

El aumento en el número de accidentes por año en individuos con epilepsia fue de 297. En comparación con los sujetos controles, las personas con epilepsia tenían un 1,37 veces más riesgo de estar involucrados en accidentes de transporte graves y 1,31 veces más en accidentes automovilísticos.
El riesgo de estar involucrado en un accidente serio con peatones se multiplica por 2,2 entre los pacientes con epilepsia.

Los accidentes con bicicletas en la población general son un problema creciente a medida que el ciclismo se vuelve cada vez más popular, lo que probablemente sea cierto también para personas con epilepsia. El riesgo encontrado en este estudio para personas con epilepsia es de 1,68 veces más de verse envuelto en accidentes de bicicleta.

Quizás lo más importante es que el estudio proporciona no solo medidas relativas de riesgo sino también el riesgo real acumulado por persona por año, información crítica que ayuda a dar claridad en el mundo real al modesto aumento de riesgo observado. Aunque la gravedad de los accidentes no es discernible, la proporción de accidentes con resultado de muerte fue levemente menor en las personas con epilepsia (6/1.000) que en los controles (10/1.000).

A pesar de su robustez, el estudio también presenta limitaciones. La utilización de una gran base de datos administrativa limitó la capacidad de los autores para determinar el alcance de las lesiones o su naturaleza completa, y si la persona con epilepsia era el conductor, pasajero o peatón. Lo más importante es que, como en muchos estudios similares, los autores no pueden determinar si fue una crisis epiléptica la que causó el choque o el accidente, sino solo que se produjo un choque o una lesión. Es importante tener en cuenta que para las personas con epilepsia, al igual que para la población en general, la causa más común de un accidente automovilístico es el error del conductor.

Este tipo de estudios de riesgo tienen en potencia, la capacidad de ayudar a validar los efectos reales de cambios específicos de políticas o regulaciones. Sin embargo, incluso con datos de riesgo válidos, todos, la sociedad en general, debemos enfrentarnos a la difícil tarea de determinar qué son y cómo definir riesgos aceptables.

Esto requerirá la colaboración entre científicos y entidades legales y gubernamentales. Otra gran posibilidad en desarrollo tiene que ver con las nuevas tecnologías y su impacto en la conducción de vehículos. Por ejemplo, los automóviles con conducción inteligente o autónoma están en nuestro futuro más próximo y serían muy beneficiosos para el transporte de personas con limitaciones para conducir, como la epilepsia. El transporte público sigue siendo una alternativa práctica importante y necesaria. Nuestra sociedad no necesita demorarse esperando nuevas tecnologías, pero debería estar haciendo mucho más para facilitar el transporte asistido para personas con discapacidades como sufrir epilepsia.

Para saber más:
  1. Sundelin HEK, et al. Epilepsy, antiepileptic drugs, and serious transport accidents. Neurology. Epub 2018 Feb 28.:10.1212/WNL.0000000000005210–9.

domingo, 18 de marzo de 2018

¿Porqué las personas con epilepsia deben tomar suplementos de vitamina D con más frecuencia que otras personas?


La salud ósea está comprometida en personas con epilepsia por la disminución de la densidad de masa ósea con aumento del riesgo de fracturas. Este riesgo es especialmente mayor en personas que toman fármacos antiepilépticos (FAEs) inductores enzimáticos del hígado (como carbamazepina o fenitoína), aunque también en otros que no lo son, ya que estos fármacos disminuyen los niveles de vitamina D biológicamente activos.

La deficiencia de vitamina D se ha definido como un nivel en sangre <20 ng/ml e insuficiencia como <30 ng/ml. En los estudios revisados en un reciente metaanálisis publicado en la revista Epilepsia, el órgano oficial de la Liga Internacional contra la Epilepsia, las personas con epilepsia tenían niveles séricos más bajos de vitamina D y calcio, hasta dos veces más que personas sin tomar FAEs.

La vitamina D no se ingiere con alimentos, sino que se genera con la luz solar. De ahí que haya grandes variaciones geográficas, con niveles basales más altos de vitamina D en India y España en comparación con los 3 estudios que tomaron lugar en Alemania,  Finlandia y los Estados Unidos.
En los estudios revisados, las personas con epilepsia generalmente tenían niveles elevados de fosfatasa alcalina y PTH, que son marcadores de recambio y destrucción ósea asociados con fracturas osteoporóticas que disminuyeron después del tratamiento con vitamina D.

El tratamiento con vitamina D, especialmente por periodos prolongados de 6 meses, encontró importantes mejoras en la morfología y mineralización ósea, si bien los métodos de medición de estos efectos beneficiosos son muy variables entre estudios. También se necesitan estudios a largo plazo que exploren las dosis de vitamina D óptimas.

Además de sus efectos positivos sobre la salud ósea, dosis elevadas de vitamina D parecen ayudar a mantener la flexibilidad y elasticidad de las arterias en algunas personas, lo que potencialmente podría prevenir futuros ictus y ataques cardíacos, según los resultados de una reciente investigación.

Para saber más:
1.-Fernández, H. et al. (2018). Vitamin D supplementation for bone health in adults with epilepsy: A systematic review. Epilepsia, 46, 31. http://doi.org/10.1111/epi.14015

2.- Raed, A., et al. (2017). Dose responses of vitamin D3 supplementation on arterial stiffness in overweight African Americans with vitamin D deficiency: A placebo controlled randomized trial. PloS One, 12(12), e0188424. http://doi.org/10.1371/journal.pone.0188424

sábado, 10 de marzo de 2018

¿Cuáles son los ritmos internos que marcan la ocurrencia de las crisis?


Uno de los aspectos más discapacitantes que mencionan repetidamente las personas con epilepsia es la aparente impredicibilidad en la aparición de las crisis que, salvo en pacientes con epilepsias reflejas en los que la presencia de un estímulo desencadenante es identificable, pueden ocurrir cuando menos se lo espera uno.

Nuestro ritmo circadiano (día/noche) gobierna muchas de nuestras actividades diarias, desde cuando dormimos y nos despertamos o cuando tenemos hambre. Y también influye la aparición de determinados tipos de crisis en algunas epilepsias. Sin embargo, no toda la actividad biológica humana ocurre en un ciclo de 24 horas. Hay otros relojes maestros en el organismo que controlan los procesos que ocurren en un marco de tiempo más largo, de semanas o meses.

Recientemente se han descubierto ciclos de actividad cerebral que incluyen varios días (ciclos multidianos) en el orden de semanas o meses relacionados con un mayor riesgo en la ocurrencia de crisis epilépticas. Estos hallazgos han sido publicados recientemente en la revista Nature Communications, y abren nuevas perspectivas para poder desarrollar técnicas que permitan anticipar periodos en los que el riesgo de sufrir crisis epilépticas sea mayor y permita a las personas con epilepsia estar preparadas.

El nuevo estudio, basado en el registro EEG intracraneal crónico de los cerebros de 37 pacientes equipados con implantes NeuroPace, confirmó las observaciones clínicas y de investigación previas de los ciclos diarios en el riesgo de sufrir crisis epilépticas, explicando por qué muchos pacientes tienden a experimentar crisis en la misma franja horaria del día. El sistema RNS (responsive neuro stimulation) es un estimulador eléctrico cerebral implantable de ciclo cerrado aprobado por la FDA para detectar y tratar epilepsias focales y ha permitido
una oportunidad sin precedentes para monitorizar la actividad del cerebro humano
con registros de EEG intracraneal contínuos durante muchos años.

El estudio también reveló que la hiperexcitabilidad cerebral, definida por la presencia de actividad epileptiforme entre las crisis, aumenta y disminuye en ciclos mucho más largos que los diarios, que duran semanas o incluso meses, de modo que resulta más probable que ocurran ataques durante la fase ascendente de estos ciclos más largos, justo antes del pico de actividad. Las longitudes de estos ciclos largos difieren de persona a persona, pero son muy estables durante muchos años en pacientes individuales.

Los investigadores muestran en el artículo que cuando coinciden las fases de mayor riesgo de los ciclos cricadianos o diarios con las de los ciclos más prolongados asociados a los marcadores de irritabilidad cerebral, las crisis son casi siete veces más probables de ocurrir que cuando estas fases no coinciden. Por lo tanto, la ocurrencia de las crisis está determinada
por ritmos biológicos subyacentes que operan sobre múltiples escalas de tiempo y modulan conjuntamente con los ritmos circadianos el riesgo de sufrir las crisis.

Esta información es particularmente relevante para desarrollar un nuevo enfoque que permita anticipar el riesgo de crisis individualmente, en cada persona, que podría permitir evitar actividades potencialmente peligrosas cuando el riesgo de ataque es mayor y tomar medidas preventivas (como medicación adicional) para reducir el riesgo de crisis, de forma similar a como las personas con asma saben que deben tener especial cuidado para llevar sus inhaladores cuando los niveles de polen son altos.

Sería comparable a la información que tenemos con el pronóstico del tiempo. En el pasado, el campo de la predicción de crisis se ha centrado en predecir el momento exacto en que ocurrirá una crisis, que es casi como predecir cuándo puede caer un rayo en una tormenta. Eso es bastante difícil si no intrínsecamente imposible en algunos tipos de crisis. Sin embargo, resulta de saber que hay una probabilidad del 10% de una tormenta esta semana, pero un 90% de posibilidades la próxima semana. Ese tipo de información te permite prepararte y coger el paraguas..…o en el caso de las crisis tomar las medidas adecuadas en cuanto a seguridad o incluso farmacológicas para tratar de evitarlas.

Para saber más:

1. Baud MO, Kleen JK, Mirro EA, et al. Multi-day rhythms modulate seizure risk in epilepsy. Nat Commun. 2018;9:1614.





3. Kalitzin S, Velis D, Suffczynski P, Parra J, da Silva FL. Electrical brain-stimulation paradigm for estimating the seizure onset site and the time to ictal transition in temporal lobe epilepsy. Clinical Neurophysiology. 2005;116:718–728.

4. Suffczynski P, Kalitzin S, da Silva FL, Parra J, Velis D, Wendling F. Active paradigms of seizure anticipation: computer model evidence for necessity of stimulation. Phys Rev E Stat Nonlin Soft Matter Phys. American Physical Society; 2008;78:051917.

domingo, 4 de marzo de 2018

¿Por qué los registros de EEG deberían incluir siempre fases de sueño?


El EEG es la prueba básica y más específica en el diagnóstico de la epilepsia. En su formato más básico, el EEG de rutina es de las primeras pruebas que se realizan a la hora de hacer un diagnóstico de epilepsia.
El primer EEG de rutina no siempre muestra anomalías epileptiformes que apoyen el diagnóstico de epilepsia.
Para aumentar las posibilidades de encontrar anomalías que apoyen el diagnóstico de epilepsia y aumentar así el rendimiento diagnóstico del EEG se trata de registrar periodos de sueño, así como periodos de hiperventilación y estimulación luminosa intermitente.
Un reciente estudio realizado en Estados Unidos con investigadores de la prestigiosa Clínica Mayo de Rochester ha evaluado la contribución de procedimientos de activación realizados en el EEG para poder facilitar la aparición de anomalías epileptiformes.
Más del 50% de los primeros registros sin sueño o procedimientos de activación resultaron normales. El rendimiento diagnóstico del EEG con estos procedimientos de activación fue mayor para los niños y adolescentes, de 1 a 19 años. El sueño es el procedimiento de activación más efectivo, resultando positivo en el 22% de los pacientes, especialmente en los  más jóvenes, y debe realizarse cuando sea posible. La posibilidad de encontrar anomalías epileptiformes durante la hiperventilación es menor en comparación con el sueño, con apenas el 8% de las anomalías epileptiformes en el primer EEG, siendo mayor en los niños y en las epilepsias generalizadas. Tan solo el 5% de las personas del estudio tuvieron anomalías  epileptiformes durante la estimulación luminosa intermitente en el primer EEG, siendo mayor en niños y en epilepsias generalizadas. 
Por todo ello, la tendencia es hacia la realización de EEGs más largos que incluyan periodos de sueño (videoEEG de sueño diurno o nocturno), aunque siempre debe de realizarse la hiperventilación y la estimulación luminosa intermitente ya que aportan datos muy relevantes en la caracterización del tipo de epilepsia.
Para saber más: Baldin, E. (2017). Utility of EEG Activation Procedures in Epilepsy: A Population-Based Study. Journal of Clinical Neurophysiology : Official Publication of the American Electroencephalographic Society, 34(6), 512–519.