viernes, 31 de octubre de 2014

¿Podemos predecir la resolución de la epilepsia de comienzo infantil?



El resultado óptimo de la evolución de la epilepsia es la resolución completa de todas las crisis sin tratamiento adicional. ¿Con qué frecuencia ocurre este desenlace tan favorable en las epilepsias que debutan en la infancia? ¿Puede anticiparse? Disponer de esta información sería extremadamente valioso para ayudar a las familias a comprender la naturaleza de epilepsia de la infancia, reasegurarlas en el pronóstico y prepararlas para lo que se pueden encontrar en el futuro.  Elaborar consideraciones pronósticas puede ser muy difícil, incluso a un nivel individual, pero estudios epidemiológicos que recogen datos de la evolución de muchos niños con epilepsia pueden darnos las pautas que necesitamos.

La Dra. Berg y colaboradores acaba de publicar en Brain un importante artículo en el que nos proporciona factores pronósticos que nos pueden ayudar a definir mejor el curso de la epilepsia en la infancia. Estos autores siguieron desde el inicio de su epilepsia a 613 niños de hasta 15 años de edad, en Connecticut, EEUU, analizando factores predictivos del resultado del control de su epilepsia a largo plazo. Los tipos de epilepsia eran muy heterogéneos, incluyendo también pacientes con tumores cerebrales que fueron operados. Se fue valorando el riesgo de recurrencia de las crisis según un modelo de riesgos proporcionales.

Tras excluir niños que fallecieron (14), un total de 516 niños con epilepsia fueron seguidos por un periodo de al menos 10 años, la mayoría por 17 años. De ellos, hasta el  63% (328) alcanzaron la remisión completa de las crisis, pero 23 tuvieron nuevas crisis aisladas. La tasa de recidiva fue 8.2 por 1000 años-persona y fue disminuyendo conforme pasaba el tiempo. Seis niños de estos 23, recuperaron la remisión completa. Al final del seguimiento, 311 (60%) estaban en remisión completa, definida como estar libre de crisis durante 5 años y de medicación por otros 5 años.


Entre los factores que irían asociados con remisión completa se incluyen: un desarrollo normal y la ausencia de una causa aparente que origine las crisis, un buen control de las crisis en los dos primeros años de evolución y un diagnóstico de epilepsia focal autolimitada (la mayoría de las epilepsias rolándicas con puntas centrotemporales). Por el contrario, los factores que hablarían a favor de una persistencia de las crisis incluyen una edad de inicio ≥ 10 años, problemas tempranos con el desarrollo escolar o psicomotor y mal control de las crisis en los dos primeros años a pesar del tratamiento. De particular interés resulta el descenso en las posibilidades de alcanzar una remisión completa si ocurre una nueva crisis tras un periodo sin crisis de al menos cinco años. Si bien alrededor de un tercio de los pacientes que volvieron a tener crisis alcanzaron la remisión completa, estas cifras son bastante inferiores a las del grupo global.

Una vez más, los resultados a nivel global son muy positivos en cuanto a remisión de las crisis ya que hasta un 60% lo consigue, incluso en un grupo tan heterogéneo como el estudiado. Si bien los autores reconocen que incluso 20 años de seguimiento puede ser un tiempo demasiado corto para revelar el pronóstico a largo plazo de la epilepsia, concluyen que las recaídas después de una remisión completa de 5 años son muy raras sugiriendo que alcanzar este periodo de remisión puede ser un predictor fiable de la resolución completa de las crisis.  

Además, la remisión completa de la epilepsia después de casi 20 años puede ser prevista razonablemente bien dentro de los 5 años del diagnóstico inicial, si bien no se puede excluir un riesgo de recurrencia de alrededor del 1% anual o aproximadamente 10 veces superior a la tasa de nuevas crisis en la población. Recordemos que las nuevas definiciones de epilepsia de la Liga Internacional de la Epilepsia habla de “resolución” de epilepsia al estar libre de crisis durante 10 años y con, al menos, 5 años libre de crisis.


Berg AT, et al. Complete remission of childhood-onset epilepsy: stability and prediction over two decades Brain. 2014 Oct 22. pii: awu294. [Epub ahead of print]

domingo, 12 de octubre de 2014


¿Puede el omega-3 ayudar en el tratamiento de la epilepsia?

Después de varios estudios clínicos con resultados negativos, se ha recobrado la esperanza de que el aceite de pescado contribuya a tratar la epilepsia como añadido al tratamiento médico convencional, gracias a un nuevo estudio clínico aleatorizado que ha trabajado con dosis más bajas que las usadas en ensayos anteriores.
 
Este estudio, publicado online el pasado 8 de septiembre en el Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry y llevado a cabo por un equipo dirigido por el doctor Christopher M. DeGiorgio del Departamento de Neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles, ha vinculado una reducción importante en la frecuencia de crisis epilépticas a las dosis bajas de aceite (alrededor de 1000mg/día) de pescado pero no a las altas (superiores a 1700 mg/día).

En el estudio, aleatorizado, cruzado y doble ciego controlado con placebo, participaron 24 pacientes con epilepsia focal refractaria al tratamiento médico convencional que tenían una media de 18 crisis al mes. Las crisis incluían crisis parciales simples, parciales complejas y crisis parciales secundariamente generalizadas. Tres pacientes tenían únicamente crisis parciales simples. Durante todo el estudio los pacientes siguieron tomando su medicación antiepiléptica habitual. Cada paciente fue sometido a tres períodos de tratamiento de 10 semanas de duración cada uno. Los tratamientos consistían en añadir al tratamiento medicamentoso habitual dosis bajas de aceite de pescado (1080 mg de ácidos grados omega-3 al día en tres cápsulas ), dosis altas (2160 mg diarios, tres cápsulas dos veces al día) o placebo.
 
Entre cada fase tratamiento había un período de seis semanas de “lavado” del posible efecto de la fase anterior.

Los resultados mostraron que dosis bajas de omega 3 añadidas al tratamiento habitual de los pacientes conseguían una reducción estadísticamente significativa del 33,6% de la frecuencia de las crisis en el 25% de los pacientes, mientras que las dosis altas no se diferenciaban del efecto obtenido con placebo. En el grupo que respondió, hubo dos pacientes (10%) que llegaron a estar sin crisis durante el periodo de seguimiento. También se observó una modesta reducción de la tensión arterial. No se refirieron efectos adversos relacionados con el tratamiento omega 3. Un paciente falleció por muerte súbita inexplicada en epilepsia mientras estaba con la dosis elevada de omega 3, pero no se la consideró relacionada con este hecho.

Si bien los resultados del estudio son prometedores, el número de pacientes es pequeño y el seguimiento bastante corto, siendo necesario confirmar los resultados en estudios más amplios y ambiciosos que confirmen estos resultados antes de que se puedan hacer recomendaciones clínicas claras.

¿Cómo es posible que un tratamiento funcione a dosis bajas pero no a altas? El efecto puede resultar paradójico pero en ocasiones se observa con fármacos tradicionales en el tratamiento de la epilepsia que presentan un índice terapéutico muy ajustado. Además, estudios con animales ya indicaron que las dosis bajas de ácidos grasos omega-3 tenían mejores efectos en la reducción de la frecuencia de crisis que las dosis altas. También puede contribuir el hecho que las dosis bajas puedan tener un efecto antidepresivo.


¿Cómo puede funcionar?
 
El efecto sobre las crisis puede basarse en el efecto de los ácidos grasos omega-3 sobre la regulación del paso de iones de sodio y calcio a las células cerebrales, que son las mismas dianas terapéuticas de muchos fármacos antiepilépticos.
Los ácidos grasos omega-3 pueden conseguir que estos canales iónicos se cierren antes, impidiendo la entrada de los iones a la célula y reduciendo su capacidad de excitación para generar descargas que lleven a crisis epilépticas. Paradójicamente, dosis demasiado elevadas podría provocar que el nivel de sodio y calcio dentro de la célula bajase tanto que se activasen otros mecanismos de excitación de las neuronas y se perdiese el efecto beneficioso.

A estos efectos positivos en la epilepsia se le añadirían los beneficios postulados para estas sustancias en cuanto a salud cardiovascular y efectos cognitivos, incluyendo el trastorno de atención-hiperactividad, si bien la evidencia en estos casos también es circunstancial y debe ser corroborada por nuevos y más contundentes estudios.


Para saber más:
Fish oil (n-3 fatty acids) in drug resistant epilepsy: a randomised placebo-controlled crossover study. J Neurol Neurosurg Psychiatry jnnp-2014-307749Published Online First: 8 September 2014






martes, 7 de octubre de 2014

¿Influye la luna en la frecuencia de las crisis epilépticas?

Desde tiempos inmemoriales se han atribuido poderosas influencias a la luna. Las fases lunares afectan las mareas, alteran la luminosidad de la noche influyendo los ciclos reproductivos de peces y otros animales marinos. La fascinación que nos causa la luna también ha influido en nuestras ideas sobre la epilepsia. De esta influencia negativa que la luna puede tener sobre nosotros surgió la palabra "lunático", definido como “el que padece locura, no continua, sino por intervalos" (RAE 2001). Esta afectación episódica, ocasional, es lo que ha hecho que, sobre todo en culturas anglosajonas se haya asociado este término con la epilepsia. La primera aparición de la palabra latina original "lunaticus", que significa "de la luna", se encuentra en la Vulgata, la biblia latina del S.V, en un pasaje que probablemente se refiera al caso de un niño que sufría crisis durante la luna llena. De hecho,  gran variedad de culturas antiguas, desde los indígenas Guaraní de Bolivia a las tribus Bantú del este de África, vinculan las fases lunares con la epilepsia. Las primeras constataciones de estas asociaciones datan de la época babilónica y continúan hasta nuestros días y están especialmente arraigadas en los trabajadores sanitarios del mundo occidental. 


Estudios recientes han encontrado que el número de admisiones en Urgencias relacionadas con crisis aumenta considerablemente en los días de luna llena y que la incidencia de muerte súbita en epilepsia (SUDEP) en niños es más alta alrededor de luna llena, seguida de luna creciente y luna nueva.

¿Cómo puede alterar la luna nuestro cerebro? Es improbable que la influencia de la luna en nuestro organismo pueda deberse a su fuerza gravitatoria, dado que su fuerza sobre el cuerpo humano es equivalente a la que haría un mosquito al posarse sobre nosotros. Una explicación alternativa que podría ser más plausible es el efecto de las fases lunares en la luminosidad nocturna. En un estudio reciente de ritmos circadianos en voluntarios sanos se constató que la calidad del sueño se reducía en los días próximos a la luna llena: disminuyeron los niveles de melatonina, muy importante en la regulación del ciclo del sueño, y las personas del estudio necesitaban más tiempo para quedarse dormidos. Se redujo el tiempo total de sueño y la calidad del mismo, con ciclos de sueño más superficiales y, por tanto, menos reparadores. Es posible por tanto, que esta alteración de las crisis epilépticas sea consecuencia de la contribución de las fases de la luna a la luz nocturna, más que las fases de la luna en sí mismas.  
En un trastorno episódico y recurrente como la epilepsia, en la que existe esta facilidad para tener estas crisis sin un precipitante determinado, a veces son estos pequeños, imperceptibles detalles los que pueden llegar a desequilibrar el sistema, añadiendo la última gota que colma el vaso y que termina por desencadenar una crisis.

Para saber más:

1.-Riva MA et al. The disease of the moon: the linguistic and pathological evolution of the English term “lunatic”.J Hist Neurosci 2011;20:65–73.

2-Polychronopoulos P et al. Lunar phases and seizure occurrence: just an ancient legend? Neurology 2006;66:1442–3.

3.- Terra-Bustamante VC et al. Does the lunar phase have an effect on sudden unexpected death in epilepsy? Epilepsy Behav 2009;14:404–6.

4.- Baxendale S & Fisher J. Moonstruck? The effect of the lunar cycle on seizures. Epilepsy Behav 2008;13:549–50.

5.- Cajochen C et al. Evidence that the lunar cycle influences human sleep. Curr Biol 2013;23(15):14858.