La dieta cetogénica
(KD) es una dieta alta en grasas, adecuada en proteínas y baja en carbohidratos
establecida para el tratamiento de la epilepsia resistente a la terapia,
especialmente en niños. Se
ha utilizado con éxito como un tratamiento
alternativo para la epilepsia resistente a los fármacos desde la década
de 1920. Aproximadamente la mitad de los pacientes responden a la dieta con al
menos un 50% de reducción de las crisis. La dieta también
ha mostrado efectos positivos en una amplia gama de otras enfermedades, como el
Alzheimer, la depresión, el autismo, el cáncer y la diabetes tipo 2.
Sin embargo, sus
mecanismos de acción sobre el cerebro aún no están totalmente esclarecidos. Se
ha relacionado con diversos trastornos neurológicos a través del eje intestino-cerebro. La
dieta es un determinante decisivo en la composición de la microbiota
intestinal, para lo bueno y para lo malo.
La dieta cetógena obliga a un cambio
de carbohidratos a cetonas como fuente de energía primaria y modifica tanto la abundancia relativa de la flora
intestinal como las actividades
metabólicas que realizan. Sus efectos terapéuticos parecen estar mediados por estos cambios,
como ha enfatizado un reciente estudio en ratones publicado en la influyente
revista Cell que demostró que son necesarios unas determinados especies de microorganismos
intestinales o microbiota
intestinal para
lograr el efecto de la dieta contra las crisis epilépticas en este modelo de
ratones, vinculándolas con
los niveles de neurotransmisores excitatorios e inhibitorios (glutámico y GABA)
en el hipocampo de estos ratones.
En un reciente
estudio, investigadores del el Instituto Karolinska en Suecia, secuenciaron el
ADN microbiótico de muestras fecales de 12 niños con epilepsia antes y después
de 3 meses con una dieta cetogénica. Los cambios detectados incluyeron
reducciones en los números de Bifidobacterium
y un aumento en Escherichia coli.
El metabolismo de los carbohidratos cambió significativamente después de
3 meses con la dieta.
Sin embargo, los
cambios observados en la composición de estos microorganismos
intestinales pueden no ser favorables para la salud intestinal o general en
base a la comprensión actual de la composición y el papel de una microbiota
intestinal saludable y plantean nuevas preguntas sobre el impacto potencial de la
dieta en el intestino y la salud en general.
Las especies que se cree que son promotoras de la salud (bifidobacterias y
E. rectale), que consumen fibra,
disminuyen en abundancia relativa y con ellos sus metabolitos que
benefician la salud. Los autores muestran su preocupación
ante los posibles
efectos a largo plazo de la dieta sobre la microbiota intestinal y la salud
general.
Se necesitan más estudios para discernir el
impacto mecanicista de estos cambios en la actividad de las crisis. La identificación
de qué especies y funciones microbianas se
pueden correlacionar con un efecto positivo de la dieta podría conducir al desarrollo de
suplementos probióticos para aquellas personas que no respondan a la dieta para aumentar su probabilidad de
respuesta a la intervención. Idealmente, KD podría incluso ser reemplazada en un
futuro por la combinación correcta de suplementos prebióticos y probióticos o por trasplantes de microbios fecales.
Para saber más:
1.- Lindefeldt M, et
al. The ketogenic diet influences taxonomic and functional composition of the
gut microbiota in children with severe epilepsy. npj Biofilms and Microbiomes.
Springer US; 2019;5:1–13. http://dx.doi.org/10.1038/s41522-018-0073-2
2.- Olson CA, et
al.The Gut Microbiota Mediates the Anti-Seizure Effects of the Ketogenic Diet.
Cell. Elsevier; 2018;173:1728–1741.e13.
http://dx.doi.org/10.1016/j.cell.2018.04.027