¿Ha
mejorado la prevención de la epilepsia en los últimos 40 años?
Un reciente estudio publicado en la revista JAMA Neurology
(1), estima que no sólo no hemos conseguido frenar el crecimiento de la
epilepsia de nuevo comienzo, sino que los casos han aumentado en los últimos 40
años. ¡Así que aún queda mucho por hacer!
Los investigadores analizaron la tasa de incidencia de epilepsia
de inicio (personas con epilepsia por 100.000 personas-año) en Finlandia desde 1973
a 2013. Para ello, utilizaron el registro finlandés de altas hospitalarias, que
monitorizó a más de 5 millones de personas en un periodo de seguimiento de 40
años, un periodo notablemente extenso. Los investigadores identificaron a
100.792 individuos con un primer ingreso hospitalario relacionado con epilepsia
y reportaron una incidencia global de 50 casos por 100.000 personas-año.
El hallazgo más importante del artículo es que la
incidencia anual de epilepsia de reciente comienzo fue constante para todas las
edades hasta el año 2000, mientras que a partir de este año se registró un
aumento significativo de casos nuevos de epilepsia, explicado principalmente
por la multiplicación por 5 de la tasa de epilepsia en mayores de 65 años.
Otros subgrupos, como los niños menores de 1 año de edad y las personas con una
epilepsia focal sintomática (por ejemplo tras traumatismo craneal), también
mostraron una mayor incidencia durante el intervalo del estudio. Para los
pacientes con epilepsia focal, las tasas de incidencia aumentaron de 7 por
100.000 personas-año en 1978 a 39 por 100.000 personas-año en 2013.
La conclusión es que no sólo no se ha podido reducir la
incidencia de epilepsia en los últimos 40 años, sino que ha habido un aumento
significativo de hasta 5 veces más de epilepsia de nuevo comienzo entre la
población anciana.
¿Cómo podemos explicar estos resultados? Por un lado, en
los últimos 40 años, han habido enormes avances en el cuidado de la enfermedad
neonatal y los pacientes en estado crítico, lo que ha llevado a conseguir una
mayor supervivencia de las personas con lesiones cerebrales severas capaces de desarrollar
epilepsia.
Por ejemplo, el aumento de la supervivencia de aquellas personas
que han desarrollado epilepsia tras sufrir heridas graves en la cabeza, como
las secundarias a un accidente de tráfico y el aumento de la supervivencia de
los recién nacidos prematuros, constituyen ejemplos de estas condiciones que
acaban desembocando en epilepsia. En cierto sentido, el aumento de la epilepsia
sería el precio pagado por los espectaculares avances de la medicina de
cuidados críticos.
Además, los datos son el reflejo del importante cambio
demográfico que están experimentando muchas naciones desarrolladas, con un
marcado aumento en la esperanza de vida media de los ancianos, lo que
conllevará una mayor carga de factores de riesgo para desarrollar epilepsia.
Al otro lado de la balanza, se encuentra la carencia actual
de intervenciones médicas documentadas para evitar que pacientes con alto
riesgo de desarrollar epilepsia acaben desarrollando este
trastorno. Por consiguiente, si queremos conseguir equilibrar la
creciente supervivencia de pacientes con lesión cerebral y el progresivo
envejecimiento de la población, continúan siendo especialmente necesarios el
desarrollo de esfuerzos destinados a conseguir la identificación precoz de
pacientes con alto riesgo de desarrollar epilepsia e iniciar tratamientos
clínicos que permitan prevenir el desarrollo de la epilepsia.
1.-Sillanpää M, Gissler M, Schmidt D. Efforts in Epilepsy
Prevention in the Last 40 Years. JAMA Neurol. American Medical Association;
2016;73:390–396.