domingo, 10 de marzo de 2019

La dieta cetógena produce cambios en la flora intestinal que median su efecto…pero que podrían tener efectos negativos sobre la salud intestinal y general




La dieta cetogénica (KD) es una dieta alta en grasas, adecuada en proteínas y baja en carbohidratos establecida para el tratamiento de la epilepsia resistente a la terapia, especialmente en niños. Se ha utilizado con éxito como un tratamiento alternativo para la epilepsia resistente a los fármacos desde la década de 1920. Aproximadamente la mitad de los pacientes responden a la dieta con al menos un 50% de reducción de las crisis. La dieta también ha mostrado efectos positivos en una amplia gama de otras enfermedades, como el Alzheimer, la depresión, el autismo, el cáncer y la diabetes tipo 2.

Sin embargo, sus mecanismos de acción sobre el cerebro aún no están totalmente esclarecidos. Se ha relacionado con diversos trastornos neurológicos a través del eje intestino-cerebro. La dieta es un determinante decisivo en la composición de la microbiota intestinal, para lo bueno y para lo malo.

La dieta cetógena obliga a un cambio de carbohidratos a cetonas como fuente de energía primaria y modifica tanto la abundancia relativa de la flora intestinal como las actividades metabólicas que realizan. Sus efectos terapéuticos parecen estar mediados por estos cambios, como ha enfatizado un reciente estudio en ratones publicado en la influyente revista Cell que demostró que son necesarios unas determinados especies de microorganismos intestinales o microbiota intestinal para lograr el efecto de la dieta contra las crisis epilépticas en este modelo de ratones, vinculándolas con los niveles de neurotransmisores excitatorios e inhibitorios (glutámico y GABA) en el hipocampo de estos ratones.

En un reciente estudio, investigadores del el Instituto Karolinska en Suecia, secuenciaron el ADN microbiótico de muestras fecales de 12 niños con epilepsia antes y después de 3 meses con una dieta cetogénica. Los cambios detectados incluyeron reducciones en los números de Bifidobacterium y un aumento en Escherichia coli. El metabolismo de los carbohidratos cambió significativamente después de 3 meses con la dieta.

Sin embargo, los cambios observados en la composición de estos microorganismos intestinales pueden no ser favorables para la salud intestinal o general en base a la comprensión actual de la composición y el papel de una microbiota intestinal saludable y plantean nuevas preguntas sobre el impacto potencial de la dieta en el intestino y la salud en general.

Las especies que se cree que son promotoras de la salud (bifidobacterias y E. rectale), que consumen fibra,  disminuyen en abundancia relativa y con ellos sus metabolitos que benefician la salud. Los autores muestran su preocupación ante los posibles efectos a largo plazo de la dieta sobre la microbiota intestinal y la salud general.

Se necesitan más estudios para discernir el impacto mecanicista de estos cambios en la actividad de las crisis. La identificación de qué especies y funciones microbianas se pueden correlacionar con un efecto positivo de la dieta podría conducir al desarrollo de suplementos probióticos para aquellas personas que no respondan a la dieta para aumentar su probabilidad de respuesta a la intervención. Idealmente, KD podría incluso ser reemplazada en un futuro por la combinación correcta de suplementos prebióticos y probióticos o por trasplantes de microbios fecales.

Para saber más:

1.- Lindefeldt M, et al. The ketogenic diet influences taxonomic and functional composition of the gut microbiota in children with severe epilepsy. npj Biofilms and Microbiomes. Springer US; 2019;5:1–13.  http://dx.doi.org/10.1038/s41522-018-0073-2

2.- Olson CA, et al.The Gut Microbiota Mediates the Anti-Seizure Effects of the Ketogenic Diet. Cell. Elsevier; 2018;173:1728–1741.e13.  http://dx.doi.org/10.1016/j.cell.2018.04.027

lunes, 25 de febrero de 2019

¿Cuál es la carga de enfermedad a nivel mundial atribuida a la epilepsia idiopática?





Las estimaciones de 2015 del Estudio de la Carga Global de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo (GBD, por sus siglas en inglés) sugirieron que la epilepsia contribuye al 0,5% de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD o DALYs en inglés) debido a todas las enfermedades y lesiones y al 5,0% de DALYs atribuibles a trastornos neurológicos. Sin embargo, estos datos agregados no explican en detalle la carga debida a la epilepsia por edad, sexo, ubicación y estado socioeconómico. Para GBD 2016, un nuevo estudio financiado por la fundación de Bill y Melinda Gates y publicado en Lancet Neurology permite estimar la prevalencia global, regional y específica del país, y los años vividos con discapacidad para la epilepsia activa desde 1990 hasta 2016.
Los autores extrajeron estos datos de 317 estudios sobre prevalencia de la epilepsia, 81 estudios sobre incidencia y 23 estudios sobre la mortalidad.

El informe presenta en este artículo resultados sobre la carga de la epilepsia idiopática activa (es decir, la epilepsia de origen genético o desconocido), explorando la variación por edad, sexo, ubicación y año, así como la asociación entre la carga de la epilepsia y el estado de desarrollo de un país, según lo medido por el Índice Socio-demográfico (IDE), una medida compuesta de ingreso per cápita, educación y fertilidad.

En 2016, hubo 45,9 millones de personas con epilepsia activa (tanto idiopática como epilepsia con causa conocida en todo el mundo. De estas personas, 25 millones tenían epilepsia idiopática activa con una prevalencia de 326,7 por 100.000 habitantes. La prevalencia de la epilepsia activa aumentó con la edad, con picos entre los 5–9 años y en los mayores de 80 años. La prevalencia estandarizada por edad de la epilepsia idiopática activa fue de 329,3 por 100.000 habitantes en hombres y 318,9 por 100.000 habitantes en mujeres. Las tasas mundiales de mortalidad estandarizadas por edad de la epilepsia idiopática fueron de 1,74 por 100.000 habitantes para mujeres y 2,09 por 100.000 habitantes. 

Los AVAD estandarizados por edad fueron 182,6 por 100.000 habitantes para para mujeres y 201,2 por 100.000 habitantes para hombres. Las tasas más altas de DALY en los hombres se debieron a las tasas más altas de años de vida perdidos. Entre 1990 y 2016, hubo un cambio no significativo en la prevalencia estandarizada por edad de la epilepsia idiopática, pero una disminución significativa en las tasas de mortalidad estandarizadas por edad 24,5% y tasas las tasas de DALY estandarizadas por edad 19,4%. Los países de entorno socioeconómico más desfavorecido presentaban una mayor cantidad de años perdidos de vida. Los años de vida calculados que se pierden globalmente son 102,6, siendo solo 76,5 para los países ricos y de 122,5 para los pobres.

Estos hallazgos tienen importantes implicaciones para la planificación de los servicios de salud. La disminución en las tasas de mortalidad y de DALYs en pacientes con epilepsia entre 1990 y 2016 es alentadora, pero los cambios variaron según las áreas geográficas y, según los datos disponibles, dentro de los países. Además, los cambios se vincularon con el estado de desarrollo sociodemográfico, que debería impulsar una mayor acción global en áreas económicamente desfavorecidas. El éxito de reducir la carga de la epilepsia idiopática se basa principalmente en el acceso al tratamiento.


Para saber más:
1.Beghi E, et al. Global, regional, and national burden of epilepsy, 19902016: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2016. Lancet Neurol. Epub 2019 Feb 13.:1–19.

domingo, 17 de febrero de 2019

Reacciones cutáneas graves asociadas a Fármacos antiepilépticos (FAEs)


Los fármacos antiepilépticos (FAEs) se han asociado a un riesgo significativamente mayor que otras clases de fármacos para producir reacciones cutáneas graves y potencialmente fatales, como el síndrome de Stevens-Johnson (SSJ) y la necrólisis epidérmica tóxica (NET). Los síntomas de estas reacciones adversas en la piel, consisten en erupción cutánea y lesiones similares a ampollas en el tronco y las membranas mucosas acompañadas de fiebre. La mortalidad oscila entre el 5% en el caso de SJS y hasta un 30% con NET.
Pero no todos los FAEs tienen el mismo riesgo, según muestra un nuevo análisis de los datos archivados en el Sistema de información de eventos adversos de la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. (FAERS), publicado recientemente en la revista Epilepsia.
Los investigadores encontraron que los FAEs tenían el mayor número de informes de estas reacciones cutáneas adversas, con casi nueve veces más de riesgo que con otras clases de medicamentos.
Este estudio confirma que la lamotrigina tiene un riesgo relativamente alto de provocar estos efectos secundarios, pero también encontraron que otros tres medicamentos tienen un riesgo relativo aún mayor: zonisamida, rufinamida y clorazepato, y que otros dos medicamentos, fenitoína y carbamazepina, tienen la mitad del riesgo. También se observaron asociaciones significativas para el ácido valproico, eslicarbazepina, oxcarbazepina, clonazepam y levetiracetam. 
La lamotrigina y la carbamazepina tienen advertencias específicas en su ficha técnica sobre estas complicaciones, pero no es habitual para la mayoría de los neurólogos advertir a los pacientes que toman estos otros medicamentos de un riesgo relativamente alto de estas reacciones cutáneas.
Más del 90% de estas reacciones cutáneas se producen dentro de los primeros dos meses del inicio del tratamiento, aunque algunos como el fenobarbital y el ácido valproico han mostrado este tipo de reacciones adversas durante el tratamiento a más largo plazo. Este tipo de reacciones se hace menos probable si se comienza a dosis muy bajas los medicamentos de más riesgo como es el caso de la lamotrigina, en especial en combinación con el valproato. 
A medida que los médicos se dan cuenta de los riesgos potenciales asociados a estos medicamentos, pueden educar a los pacientes sobre estos signos síntomas de las reacciones cutáneas que pueden ser el inicio de un síndrome de Stevens Johnson, y así detectarlo lo antes posible. En cualquier caso, con la presencia de lesiones cutáneas lo mejor es detener la escalada del medicamento hasta comprobar con el médico prescriptor la extensión de las lesiones y la conveniencia de seguir con el medicamento.
Para saber más:
Borrelli, E et al. (2018). Stevens‐Johnson syndrome and toxic epidermal necrolysis with antiepileptic drugs: An analysis of the US Food and Drug Administration Adverse Event Reporting System. Epilepsia, 59(12), 2318–2324. 

domingo, 20 de enero de 2019

¿Pasan demasiado tiempo nuestros niños y adolescentes conectados a su teléfono móvil?

Esta pregunta se ha convertido en una cuestión definitoria de nuestro tiempo y nuestra sociedad: ¿los niños y los adolescentes pasan más tiempo del que es saludable conectados a internet a sus teléfonos móviles?  ¿Deberían los padres limitar su acceso? ¿Deberían los gobiernos?
¿Cuánto es demasiado? 

Según los sondeos existentes, casi todos los adolescentes estadounidenses dicen tener acceso a un teléfono inteligente, y casi la mitad dice que están en línea casi constantemente. En el Reino Unido, el tiempo que los jóvenes pasan en línea casi se ha duplicado en la última década. 

Las preocupaciones de los padres sobre el uso de los medios de comunicación también están aumentando, alimentadas por titulares y declaraciones políticas. Hace unos meses, el secretario de estado de salud del Reino Unido, emitió una advertencia urgente, diciendo que el peligro para la salud mental de los niños que plantean las redes sociales es similar a la que supone el azúcar para su salud física.

Es en estos caso de alarma social cuando la sociedad dirige su mirada a la ciencia para que le cuantifique estos efectos y pueda guiarla. Pero la investigación científica en este campo presenta sus propios desafíos metodológicos y también muchas incertidumbres. La evidencia actual de una asociación entre el uso de tecnología digital y el bienestar de los adolescentes es contradictoria y proviene principalmente de encuestas sociales a gran escala, con miles de millones de encuestados.

Un reciente estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour trata de responder a esta pregunta. Se examinaron tres conjuntos de datos masivos, dos de los Estados Unidos y uno del Reino Unido, que incluyen información sobre el bienestar de los adolescentes, el uso de la tecnología digital y una gran cantidad de otras variables. En lugar de ejecutar unos cuantos análisis estadísticos, los investigadores ejecutaron todos los análisis teóricamente plausibles. Esto permitió a los autores hacer un mapa de cómo la asociación entre el uso de la tecnología digital y el bienestar puede variar, desde negativo a neutro o positivo, dependiendo de cómo se utilice el mismo conjunto de datos.

El estudio concluyó que existe una asociación negativa entre el uso de tecnología y el bienestar de nuestros niños y adolescentes: más tiempo de pantalla se asocia con un menor bienestar en los jóvenes encuestados. Pero los efectos son tan pequeños que tan sólo alcanzan a explicar el 0,4% de la variación en el bienestar.

Para poner estos hallazgos en perspectiva, los autores también observaron las asociaciones entre el bienestar y muchas otras variables que acechan a nuestra juventud, como beber en exceso, ser acosado en el colegio, fumar, dormir lo suficiente, desayunar, comer verduras, usar gafas o ir al cine. El grado de bienestar estuvo más fuertemente asociado, ya sea positiva o negativamente, con la mayoría de estas otras variables que con el uso de la tecnología digital. De hecho, comer patatas fritas estaba asociado tan negativamente con el bienestar como el uso de la tecnología, y la asociación negativa entre llevar gafas y bienestar fue mayor.

Una de las limitaciones del estudio es que las conclusiones se basan en el análisis de asociaciones, en lugar de basarse en relaciones potencialmente causales. Sin embargo, lo que sí que clarifica es que las advertencias negativas tremendistas o graves del uso global de la tecnología no parecen justificadas. Además, constituye un recordatorio importante de que la evidencia limitada puede distorsionar sin un fundamento científico el discurso público de las autoridades y políticos cuando el tema tiene una importancia global, como cuando las decisiones de los padres y la salud de los niños están involucradas.

La revolución digital está, sin duda, cambiando nuestra vida moderna. Necesitamos más y mejores datos para cuantificar y definir el impacto que está teniendo: en este caso, si el uso de estos recursos tecnológicos disminuye el bienestar o si un bienestar reducido causa un mayor uso de estos… o si hay más variables que influyen en ambas.


Para saber más:
1. Orben A & Przybylski AK. The association between adolescent well-being and digital technology use. Nature Human Behaviour.  https://www.nature.com/articles/s41562-018-0506-1
2.- Screen time: how much is too much? Nature. 2019.:265–266. 


domingo, 13 de enero de 2019

¿Es seguro cambiar de fabricante de un fármaco antiepiléptico?




Un reciente estudio alemán de ámbito nacional publicado en la prestigiosa revista Annals of Neurology, ha demostrado que el cambio a un medicamento antiepiléptico de un fabricante diferente aumenta el riesgo de nuevas crisis hasta en un 30%. 
En este estudio, casi 1.800 adultos con epilepsia que tuvieron una crisis epiléptica dentro del período de estudio de 5 años pero que habían estado libres de convulsiones durante los 6 meses anteriores fueron emparejados por edad, sexo, estado de seguro y tratamiento del neurólogo con un número igual de pacientes. con epilepsia que no tuvo crisis durante el período de estudio. La recaída de las crisis se asoció de forma independiente con el cambio del fabricante de fármaco antiepléptico (FAE). Esta observación se constató para los cambios de marca a formulaciones genéricas y entre formulaciones genéricas pero, curiosamente, no para los cambios de genéricos a compuestos de marca. Este estudio demuestra por primera vez que el cambio a un FAE de un fabricante diferente aumenta el riesgo de recaída de crisis. Los autores concluyen que se debe evitar este cambio, al menos en pacientes sin crisis.
Este hallazgo abre un debate sobre las razones últimas de este empeoramiento de las crisis y si se trata o no de un problema meramente farmacológico. A primera vista, uno podría sospechar que las diferencias puramente farmacológicas entre productos de marca y genéricos fueran la responsables. Por ejemplo, la variación en su biodisponibilidad que conlleva cambios en la concentración sérica del fármaco. Sin embargo, dado que el cambio de los FAEs genéricos a los de marca no se asoció con crisis más graves o inmediatas, tal y como se esperarían si la farmacología fuera un problema, un análisis más detallado sugiere que el principal responsable de estos malos resultados sería la de una peor adherencia al tratamiento médico provocada por este cambio.  Y en este caso, este efecto  podría prevenirse con un asesoramiento más detallado de los pacientes.
Otro estudio realizado en Alemania previamente, que utilizó la misma base de datos usada en este estudio mostró una menor adherencia terapéutica a los FAEs genéricos en comparación con los de marca. Pequeños detalles pueden ser más importantes de los que uno se esperaría, como la irritación de algunos pacientes ante cambios visibles de los envases y las píldoras. Por ejemplo, un estudio ha demostrado que entre los pacientes con epilepsia, incluso un cambio en el color de sus pastillas se asocia con la falta de adherencia a la ingesta de los FAEs. Los ancianos, que con frecuencia reciben múltiples medicamentos simultáneamente, podrían estar especialmente en riesgo…y en este estudio alrededor del 40% de los pacientes eran mayores de 60 años. Otro factor posible que conduce a un mayor riesgo de crisis podría ser un efecto nocebo, es decir justo lo contrario del efecto placebo. En particular, esto podría afectar a algunos pacientes que reciben este cambio de fabricante de los medicamentos bajo la impresión de que el reemplazo se debe a la reducción de costos.
Por ello, las recomendaciones actuales en este tema son las siguientes (2):
1. Solo cambie a una formulación de un FAE de un fabricante diferente si es realmente necesario. 
2. Evite la sustitución genérica aleatoria a discreción del farmacéutico. 
3. Explíquele a su paciente que los envases y las pastillas pueden parecer diferentes, pero que el riesgo general de empeoramiento y toxicidad es muy bajo. 
4. Verifique las concentraciones séricas del FAE antes y algunas semanas después de cambiar a las diferentes formulaciones para controlar la adherencia del fármaco al paciente.

Para saber más:
  1. Lang JD, et al. Switching the manufacturer of antiepileptic drugs is associated with higher risk of seizures: A nationwide study of prescription data in Germany. Ann Neurol. 2018;84:918–925.  http://doi.wiley.com/10.1002/ana.25353
  2. Holtkamp M. How safe is switching antiepileptic drug manufacturers? Nat Rev Neurol. Springer US; Epub 2018 Dec 4.:1–2. 
  3. Parra J. Adherencia terapéutica en epilepsia. Comunicación y Ediciones Sanitarias, S.L ,Majadahonda; 2016. p. 1–61. 

jueves, 22 de noviembre de 2018

Epilepsia: mucho más que crisis



El jueves 29 de noviembre, la Real Academia de Medicina de Cantabria celebrará una Sesión Académica en la Caja Cantabria en Santander, en colaboración con la Asociación Nacional de Personas con Epilepsia (ANPE). El dr. Parra impartirá una conferencia con el título: "Epilepsia: mucho más que crisis".

http://www.epilepsiamadrid.com/2018/11/22/epilepsia-mucho-mas-que-crisis/